sábado, 1 de agosto de 2009
Nada por la patria. (47)
El "problema principal" es aquí hoy el mismo que allí ayer: la mayoría de las maestras o jardineras son tas castellanohablantes como la mayoría de sus alumnos inmergidos, cosa que (dejando aparte su "competencia limitada" en catalán) convierte el aula en una representación teatral permanente donde maestras y criaturas se ponen el disfraz lingüístico catalán cuando entran en clase y se lo quitan en cuanto salen.
Y todo eso, tan insatisfactorio y tan innecesario, se hace -lo repetiré- porque, aprovechando que el Estatut de Catalunya define el catalán como lengua propia del país, el fundamentalismo nacionalpujolista determina que la lengua "materna" o "familiar" de la mitad de la población no es la "propia", e impone la otra sea cual sea el precio.
Pero ¿qué es eso de la lengua propia? Dado que los sociolingüistas empecinados, que son los que quieren imponer cueste lo que cueste el concepto racista de lengua territorial, utilizan los de lengua materna o familiar según sus conveniencias, parece oportuno aclararlo: la lengua propia es la primera que aprende a hablar una persona. Aumque es más bien infrecuente, algunas pueden tener más de una lengua primera. Por ejemplo, niños o niñas con un progenitor que habla catalán y otro que habla castellano. Sea como sea, lengua propia es razonablemente asimilable a lengua materna, que es una denominación todavía habitual para primera. Y las lenguas maternas solo pueden ser de las personas, ya que los territorios no tienen lengua ni madre. Si nos movemos dentro de los parámetros de la razón, claro está. Si osamos penetrar en los ámbitos del fanatismo nacionalista, entonces todo es posible.
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