viernes, 28 de agosto de 2009

Contra las patrias. (23)


¿Qué es un pueblo? ¿Nace o se hace? ¿Brotan los pueblos "puros" o se fraguan todos en el mestizaje histórico y cultural, es decir, en pérdidas y transformaciones graduales de la propia identidad? ¿Corresponde a cada pueblo su propio Estado, a cada Estado, un único pueblo? En una palabra: es evidente que el individuo, a partir de las grescas revolucionarias del Siglo de la Luces (cuyo ideal, por cierto, era universalista y no nacional), tiene reconocido derecho a su libertad de creencias, expresión, asociación e intervención en la vida pública; pero convertir al pueblo es un individuo colectivo quasi-natural y concederle por tanto los mismos derechos humanos es algo notablemente más problemático y discutible.
La identidad nacional sirvió, en su momento, para dotar de un mito legitimador a la función centralizadora del Estado. Una de las novedades de nuestro siglo es haber visto nacer un uso del nacionalismo cuyo primer resultado es disgregar y desmembrar los Estados presentes, aunque en muchas ocasiones sea en nombre de la futura constitución de otro Estado más reducido.

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