lunes, 24 de agosto de 2009
Contra las patrias. (12)
A fin de cuentas, todo su ser consiste en su deber llegar a ser... Dos anécdotas bufas, pero rigurosamente ciertas, confirman esta perspectiva. Por un lado, la del joven vasco, estrictamente castellanohablante por linea familiar, quien, mientras se esforzaba por aprender esukera, se me quejaba diciendo: Claro, tú nunca podrás saber lo que es haberse visto privado de la lengua materna desde antes de nacer...". Y también aquel nacionalista andaluz que, en un simposio sobre la identidad nacional de España, tras disparatar un rato sobre Al-ándalus Norte y Al-ándalus Sur, pretendió convencer a los oyentes de que la situación de Andalucía era más grave que la de Euskadi o Catalunya, pues "los vascos tienen el euskera, los catalanes tienen el catalán, pero los andaluces no tenemos lengua". El pobre hombre no quería decir que les hubiese comido la lengua el gato, sino que no tenían una lengua prohibida, una lengua desde la que oponerse y a partir de cuya persecución fraguarse su identidad.
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