jueves, 10 de septiembre de 2009

¿Qué hacemos en Afganistán?


Os invito a leer una columna de Irene Lozano en ABC. La foto es de un joven Felipe González haciendo la mili.


¿Cómo saberlo si ignoramos para qué estamos allí? Al principio, la ocupación de Afganistán se motivó en la captura de Osama bin Laden. Después, la invasión pasó a inscribirse en la guerra contra el terrorismo, un conflicto interminable que obliga a una misión perpetua. No obstante, el objetivo parecía poco ambicioso, de manera que la OTAN, la ONU, los gobiernos americanos y los europeos, añadieron otro más: hacer de Afganistán un paraíso de libertad y democracia. Como el país es sencillito -total, sólo han salido derrotados de allí dos imperios, el británico y el soviético- aún pensaron en aprovechar el viaje para liberar a las mujeres afganas del yugo islámico. Y es posible que olvide algo, teníamos tantos planes para Afganistán... Por desgracia, a estas horas no tenemos ninguno. Y eso no es lo peor. Si fuimos para apresar a Bin Laden, hemos fracasado y si lo hicimos para acabar con el terrorismo, también. Si los soldados marcharon en pro de la liberación de las mujeres afganas, siguen viéndolas por la celdilla del burka, y en el caso de que fuéramos para implantar la democracia, acabamos de legitimar un fraude gigantesco de nuestro viejo amigo Karzai. Ahora dice Carme Chacón que irán 200 soldados más y se quedarán cinco años. Pero ¿para qué? Pónganos un objetivo elevado, señora ministra; añada un fin sublime, ya ve qué poco cuesta. Y sin embargo, 1.000 hombres durante cinco años para sostenella y no enmendalla, son muchos hombres y muchos años.

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