Interesantísma entrevista en El Periódico de Catalunya a Joan-Ramon Laporte, director del Institut Català de Farmacologia.
Conoce con precisión, porque los investiga desde hace decenios, qué son los fármacos y las vacunas. Reconoce tanto su poder terapéutico como sus riesgos e insuficiencias. Desconfía de la mayoría de consignas y mensajes sobre el virus gripal A/H1N1 que han lanzado las principales estructuras sanitarias del mundo desde que fue descrita la nueva gripe. Le inquieta la escasa investigación que subyace a decisiones políticas tan trascendentes y costosas como, por ejemplo, la adquisición masiva de antivirales. No teme a la gripe A.
–La consellera de Salut ha dicho que este invierno podríamos pasar la gripe A sin vacuna.
–Es que la pasaremos sin vacuna. De momento, no hay vacuna. Se han hecho un lío impresionante.
–¿Si la hubiera, se vacunaría?
–No. En principio, no tengo intención de vacunarme, aunque al personal sanitario se nos recomienda que lo hagamos. Ahora bien, si me llegaran datos de ensayos clínicos convincentes, que indicaran que la vacuna es realmente protectora, consideraría el hecho de vacunarme. También lo haría en el caso, muy improbable, de que la epidemia fuera gravísima. Los datos que llegan de Australia, donde aún es invierno, indican lo contrario.
–¿La vacuna que está en preparación no le inspira confianza?
–No tengo pruebas de que no se esté haciendo bien. Normalmente, las vacunas antigripales se elaboran con una cierta rapidez, porque existe una base que es común a las anteriores, pero esta nueva es un poco distinta, por el origen porcino del A/H1N1. Las bases de conocimiento disponibles son inferiores. Los ensayos que están en marcha miden la cantidad de anticuerpos que genera en las personas, su respuesta inmunitaria, pero no el grado de protección que tendrá la comunidad vacunada frente al virus. Eso se sabrá cuando se administre a millones de personas.
–¿Fue precipitado el anuncio de que habría una vacuna?
–Todo esto forma parte de la forma de funcionar de los políticos, que necesitan transmitir a los ciudadanos el mensaje que dice: «Todo está bajo control. Me estoy ocupando del tema. No os preocupeis. Hacemos todo lo que es posible». La ministra de Sanidad, además, ha mostrado un cierto afán de protagonismo.
–¿Es incorrecto transmitir calma?
–No. Pero si se les pregunta cómo es que lo tienen todo bajo control responden que es así porque han pagado 300 millones de euros a tal y tal laboratorio farmacéutico para que nos vendan vacunas de la gripe A, y porque han comprado aún más antiviral Tamiflú, por si había poco. Es decir, que han hecho una serie de cosas que no existe forma de demostrar que sirvan para nada.
–¿Cómo deberían actuar?
–A mí me parecería mucho más sensato que, si quieren (porque son políticos) dijeran algo tranquilizador, pero que añadieran que, sobre todo, están investigando. Ante una enfermedad causada por un virus desconocido lo que no pueden decir es que lo tienen todo bajo control.
–¿Dice que la adquisición de antivirales también forma parte de esa política tranquilizadora?
–Los antivirales, Tamiflú en concreto, que es el que se ha comprado aquí, no es un arma médica, ni sanitaria, ni farmacológica. Tal vez podría darse a personas con neumonías muy graves, pero es un fármaco poco eficaz. Quizás reduce la duración de la infección gripal de 4,5 días a 3,2 días. Es muy delicado utilizarlo como preventivo de la gripe para toda la población. Antes, habría que valorar tanto la eficacia del producto como sus efectos adversos.
–¿Cuáles son?
–Son potencialmente muy graves. Digestivos y neuropsiquiátricos. En Japón, donde se administró a una gran cantidad de población, ha provocado comportamientos alucinatorios y se han descrito suicidios muy violentos. Ahora se habla de darlo a embarazadas, cuando no sabemos qué efecto tiene en el feto. Solo se piensa en darlo y darlo, cuando lo que hay que hacer es investigar.
–¿Se han excedido las espectativas sobre el peligro de la gripe A?
–Se han exagerado. Hay mucha gente interesada en exagerar los riesgos de la gripe A: todos los que venden algo relacionado con ella, desde fármacos hasta antivirales, vacunas o mascarillas. La epidermis de esto son los medios de comunicación. Corre demasiada información no seleccionada y la gente se ha intoxicado.
–¿Y por qué se exageraría?
–Porque estamos ante una enfermedad que afecta a los países ricos. La OMS ha encontrado en esta gripe una forma de recuperar un protagonismo perdido, aunque aún es la entidad mundial con más autoridad moral. Hace 15 años era el único organismo que actuaba en políticas sanitarias, pero han aparecido otros con mucho más presupuesto. La gripe A es su panacea.
–¿Qué cree usted que ocurrirá con la gripe A este invierno?
–Tendrá una repercusión menor que la gripe del invierno pasado y habrá menos fallecimientos. Tengo un temor enorme de que se colapsen los servicios de salud, debidos a la política exagrada de la Administración. Solo hay que ver el documento que han elaborado las conselleries de Salut y Educació.
–¿El plan escolar frente a la gripe?
–Si. Uno de sus apartados dice: «Si un niño sufre síntomas susceptibles de ser gripe se le aislará y se avisará a su familia y a las familias de sus compañeros». Es decir, los maestros se pasarán el día telefoneando a los padres, que deberán dejar sus trabajos e ir a la escuela a recoger a los niños. ¡Y tenerlos en casa! O todo eso no se aplica, o el sistema se colapsa y a través de la escuela, se detiene toda la sociedad. Es un reglamento incumplible.
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