lunes, 21 de septiembre de 2009

España, una nueva historia. (6)


Imaginemos la sensación de poder, teñida de erotismo, que debió tener Publio Cornelio Escipión cuando desembarcó cerca de la actual Tarragona, se supone, no lejos del actual paraje conocido como la "Torre de los Escipiones"; una sensación que sin duda debió reconfortar el ego de este hombre dañado por las desgracias que los cartagineses habían provocado primero en su familia, luego en su patria, Roma, a la que quería por encima de cualquier otra cosa; una virtud característica de los romanos de la clase senatorial. Además, cuando un gesto se convierte en el punto de partida de una acción política se habla de él, y lo que se dice, sobre todo en los libros de historia, se va transformando poco a poco por el complejo juego de la memoria y el olvido. Así, los fragmentos de lo que en un tiempo fue una simple vivencia se convierten en el único tejido para comprender que en este momento concreto comienza una nueva época.
Detengámonos en ese momento, observando de cerca al protagonista primcipal. Un general romano ante el mayor desafió de su vida. Me inclino a creer que Escipión percibió la península Ibérica como un país, al que no le costó llamar Hsipania, es decir, en traducción actual, España.

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