jueves, 17 de septiembre de 2009
España, una nueva historia. (2)
Cervantes describió de manera incomparable la manera de ser española. El viaje del ingenioso hidalgo don Quijote de la mancha significa no sólo el triunfo de una persona contra la asfixiante atmósfera política de los tiempos de Felipe II, sino también el conflicto de una idea a la española con la evidencia. Baste pensar en la escena más célebre de tan célebre novela. Se trata del momento en el que la pareja protagonista atisba en el horizonte unos molinos de viento y ante el estupor de don Quijote, que ve en ellos a sus viejos enemigos, Sancho responde: "Mire vuestra merced que aquellos que allí parecen no son gigantes sino molinos de viento, hacen andar la piedra de molino". En efecto, no no es posible encontrar nada más genuinamente español que este diálogo entre dos personas que adoptan posturas tan opuestas a la hora de valorar lo que sus ojos ven. Los campos que luego recorrerán, con las consabidas aventuras, llevados por el deseo de hacer realidad la literatura, son el mejor testimonio de que en ese largo vaije desde el Toboso a Barcelona se encuentra el código para desvelar España. Tanto el quimérico don Quijote como el realista Sancho no solo querían conocer a fondo de su país, sino también buscaban con los sentidos y con el corazón los motivos por los que la única divina se había descompuesto ante ellos en cientos de verdades relativas.
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