miércoles, 30 de septiembre de 2009
España, una nueva historia. (16)
La primera impresión de Estrabón fue de desagrado. Desde el momento que ordenó los materiales que le sirvieron para redactar su "Geografía", Iberia fue nevuelta en un halo de tristeza, quizás porque, "en su mayor extensión, es una tierra poco habitable, pues casi toda se halla cubierta de montes, bosques y llanuras de suelo pobre y desigualmente regada. La región septentrional es muy fría por ser accidentada en extremo, y por estar al lado del mar se halla privada de relaciones y comunicaciones con las demás tierras, de manera que es muy poco hospitalaria. Así es el carácter de esta región. La meridional casi toda ella es fértil". Esa imagen ha perdurado durante siglos. Una geografía difícil, cuando no inhóspita, cuyo perfil resulta atractivo para las metáforas ya que el país se parece "a una piel tendida en el sentido de su longitud de Occidente a Oriente, de modo que la parte delantera mire al Oriente, y en sentido de su anchura del septentrión al Mediodía". La piel de toro. Una de las imágenes más perdurables de la península a largo de los siglos, que llega incluso a poetas contemporáneos como Salvador Espriu, que la convirtió en el centro de sus contrastadas reflexiones sobre el ser de España.
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