sábado, 25 de julio de 2009

Nada por la patria. (36)

Continuamos con la entrevista que Iván Tubau realizó a Tarradellas en 1982.




-También fue usted periodista. ¿Le interesaba el periodismo como arma política?
-El periodismo es la mejor arma que tiene el político. Incluso hoy, aunque ahora el periodismo está en manos de la burguesía. En Cataluña no hay ningún diario independiente, todos estám sometidos a la misma orientación política, aunque algunos lo disimulen. En cambio, en el País Vasco existe un diario como Egin, que es otra cosa, y que me ha sorprendido por lo bien hecho que está. Eso no quiere decir que yo comparta las ideas de ese periódico: yo soy un liberal, uno de los pocos liberales de verdad que todavía quedan en el mundo. Yo no me peleo con nadie, ni siquiera con mi mujer.
-Hablemos un poco, si le parece de su mujer, de su vida privada. ¿Cómo la ha compaginado con la política?
-Solo he conocido una mujer en mi vida, la mía. Hace unos días celebramos nuestros cincuenta y cuatro años de casados. Antes habíamos tenido siete años de relaciones. Si alguna lo hiciera dirían: "Ésa está loca." Le diré una cosa: creo que si he llegado a ser presidente de la Generalidad ha sido, primero, gracias a mi madre, y después, gracias a mi mujer. Sin mi mujer no lo hubiese conseguido. Porque ella se sacrificó por mí. Yo lo he sacrificado todo por la política, empezando por la familia, emepzando por mi mujer, y ella lo ha aguantado todo.
"Lo peor que le puede pasar a un político es no escoger bien a su mujer. Porque las mujeres influyen mucho, son más inteligentes que nosotros. Pero hay que tomar muchas precauciones: si el político encuentra una mujer que lo adula, hará disparates. Si ahora estuviera aquí, mi mujer le dirá que ella no ha influido para nada sobre mí. Pero no se lo crea: una sola mirada te influye. La gente piensa que la influencia de la mujer es que te haga un sermón. No, hombre, no. Si te hace un sermón no lo escuchas. Es solo una mirada, una palabra.
-Su mujer de usted ¿tenía algún parentesco con el presidente?
-No, no, mi mujer es el producto de una época de Cataluña que se ha roto. Su primer apellido es Macià, un apellido bien catalán, y el segundo es Gómez. Su madre era de la Rioja, castellana vieja, pero hablaba catalán como nosotros. Esto fue la gran gloria de Cataluña en aquellos años veinte: por un lado, Macià; por otro Gómez.
-Todo un símbolo de integración.
-Sí, pero aquella comunidad se rompió en el treinta y pico, como se ha vuelto a romper hace pocos meses. La Cataluña de ahora no tiene nada que ver con aquella: ahora a la inmigración la persiguen, entonces no.
-Eso de que la persiguen, ¿cómo habría que entenderlo?
-No les meten en un campo de concentración, evidentemente, pero en Cataluña la política sectaria que hoy se hace, discriminatoria como es evidente, ha hecho que se separasen la comunidad catalana y la no catalana.
-O sea. Usted cree que se hace una política discriminatoria respecto de los inmigrantes.
-Desde mayo del ochenta, sí. Hay una política discriminatoria que no se ve, pero que existe. Y si se quiere enterar vaya un día a Hospitalet, a Sant Joan Despí, a esos lugares, y verá lo que le dicen. ¿Por qué hoy día el noventa y cinco por ciento de no catalanes está en contra? He de decir una cosa, perdone, puede juzgarme como quiera, pero en mis tiempos eso no pasaba. Y no pasaba porque el consejo ejecutivo de la Generalidad era un cosnejo de unidad nacional, un consejo de todos los partidos. Y ahora tenemos un Gobierno monocolor, de un solo partido, que como todos los partidos solos que no tienen mayoría, normalmente cae siempre en el sectarismo.
-Dicen, sin embargo, que la lógica democrática exige, en circunstancias normales, la alternanacia de coaliciones o gobiernos monocolores y no la unidad nacional.
-Eso solo lo dice la derecha. Hay un Gobierno en Madrid, otro en el País Vasco y otro en Cataluña, y los tres están en manos de la gran burguesía. Y los problemas del país, de la inmensa mayoría del país, siguen sin resolver. En toda Europa occidental, cuando acabó la guerra, hubo gobiernos de unión nacional; y por eso Europa pudo rehacerse. Aquí, no sólo no hay gobiernos de unión nacional, sino que los partidos que tienen el poder en la mano no quieren gobierno militar simplemente porque quieren administar el presupuesto solo ellos. El país está en manos e unas oligarquías que hacen su política, la de ellos, no la del país. La gran preocupación de los tres gobiernos que tiene ahora España son las elecciones del ochenta y tres, no los dos millones de parados ni la situación financiera.

(SEGUIRÁ)

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