sábado, 11 de julio de 2009

Anatomía de un instante. (46)


Fueron las últimas palabras que pronunció en público. Ahí acabó todo. Luego, durante algunos años, desapareció, enecerrado en su casa de La Florida, y fue como si se hubiera muerto. De hecho, todo el mundo empezó a hablar de él como si estuviera muerto. Yo mismo he escrito este libro como si estuviera muerto. Un día, sin embargo todos los periódicos españoles reprodujeron en portada su útima fotografía. La había tomado su hijo Adolfo el día anterior, y en ella Suárez aparece acompañado por el Rey en el jardín de la casa de La Florida. Los dos hombres están de espaldas, caminando bajo el sol por un césped recién segado hacia una arboleda frondosa. El Rey viste traje gris y apoya su mano derecha sobre el hombro derecho de Suárez, con aire amistoso o protector; Suárez viste una camisa azul remangada, un pantalón beis y unos zapatos ocres. La fotografía captura un momento de una visita del Rey a Suárez para entregarle el collar de la Orden del Toisón de oro, la máxima distinción que concede la Casa Real española, según las crónicas, el Rey también se lo ha concedido a otras figuras trascendentales en el pasado reciente de España -entre ellas el Gran Duque Juan I de Luxemburgo, Beatriz i de los Países Bajos o Margarita II de Dinamarca-, aunque al chisgarabís que le ayudó como nadie a conservar la Corona sólo se la concedió hace poco más de un año, y hasta ese día no ha tenido tiempo de entregársela. La gratitud de la patria.

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