
De todos modos, la extensión del artículo principal en el periódico le permitió al cronista un estilo más demorado que la brevedad de la columna imposibilitaba. Además, tenía ganas de volver a escribir también en castellano y mostrar que el nacionalismo español era tan indeseable como el catalán o el letón. Y de preconizar el mestizaje, el bilingüismo, el cosmopolitismo y todas esas cosas que los nazis, los fascistas, los nacionalistas todos, los estalinistas y los suqueropujolistas que cierran cantando Els Segadors los mítines presuntamente comunistas aborrecen tanto si lo dicen como si no, y si no es que son tontos, servidores voluntarios o inconscientes de los ricos de siempre y la sangre eterna de Guifré el Pilós, ya ustedes saben.
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