Carta de una lectora de El Periódico de Catalunya.
Tengo la desgracia de vivir junto a la Ciutat de la Justícia de L’Hospitalet de Llobregat. Desde que empezó su construcción, el polvo, los ruidos y las molestias fueron insoportables, sobre todo, por los años que duró la obra. Los vecinos pensábamos que, una vez acabada, todo esto también acabaría. No ha sido así.
Ya antes de empezar a funcionar, tuvimos que aguantar la luz de prácticamente todos los edificios encendida durante toda la noche. Esto duró bastantes meses, pero la cosa no quedó ahí. Este verano, el ruido de los aparatos de aire acondicionado durante el día y la noche era insoportable: no se podía dormir con las ventanas abiertas. Después de quejas y quejas y, gracias a un vecino que movió cielo y tierra, conseguimos que el ruido disminuyera bastante (pero no del todo). Pero cuando este problema parecía medio solucionado, surgió el de los cuartos de máquinas de las rampas de los párkings que hacen un ruido realmente exagerado, y, también, durante las 24 horas del día y los siete días de la semana. Parece que estés viviendo en medio de un polígono industrial.
¿Tan difícil es hacer las cosas bien desde un principio? En la Ciutat de la Justícia hay una empresa de mantenimiento que tiene que darse cuenta de que esos ruidos no son normales. ¿Por qué no hacen nada para solucionarlos y tienen que esperar, como siempre, a que los vecinos tengamos que escribir cartas, denunciar y recurrir a abogados?
María Cabrera Balsalobre
L’Hospitalet de Llobregat
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