domingo, 31 de enero de 2010

Identidades asesinas. (16)

Es esencial que se establezca claramente, sin la menor ambigüedad, y que se vigile sin descanso el derecho de todo ser humano a conservar su lengua propia y a utilizarla con plena libertad. Esa libertad me parece aún más importante que la libertad religiosa; ésta ampara a veces doctrinas que son hostiles a la libertad y contrarias a los derechos fundamentales de las mujeres y los hombres; yo personalmente tendría escrúpulos en defender el derecho de expresión de quienes abogan por la supresión de las libertades y por diversas doctrinas de odio y sometimiento; a la inversa, proclamar el derecho de toda persona a hablar su lengua no debería suscitar ninguna vacilación de esa naturaleza.

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