jueves, 21 de enero de 2010

Identidades asesinas. (7)


De modo que hoy -¡miremos a nuestro alrededor!- Occidente está en todas partes. En Vladivostok y en Singapur, en Boston, Dakar, Tashkent, Sao Paulo, Numea, Jerusalén y Argel. desde hace quinientos años, todo lo que influye de un modo duradero en las ideas de los hombres, en su salud, su paisaje o su vida cotidiana es obra de Occidente. El capitalismo, el comunismo, el fascismo, el psicoanálisis, la ecología, la electricidad, el avión, el automóvil, la bomba atómica, el teléfono, la televisión, la informática, la penicilina, la píldora, los derechos humanos, y también las cámaras de gas... Sí, todo eso, la dicha del mundo y su desdicha, todo eso ha venido de occidente.
Para los habitantes de cualquier zona del planeta, toda modernización significa hoy occcidentalización, tendencia que los avances técnicos no hacen sino acentuar y acelerar. Es verdad que aquí y allá encontramos monumentos y obras que llevan el sello de civilizaciones específicas. Pero todo lo nuevo que se crea -ya sean edificios, instituciones, herramientas del conocimiento o formas de vida- se crea a imagen de Occidente.

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