Con este post cierro la serie dedicada al libro de Amin Maalouf.
Cuando una minoría está oprimida, la libertad de voto no la saca necesariamente de su opresión, e incluso es posible que agrave su situación. Hay que ser muy ingenuo -o, a la inversa, muy cínico- para sostener que, al dejar el poder a una facción mayoritaria, se reducen los sufrimientos de las minorías. Se estima que, en Ruanda, los hutus representan alrededor del noventa por ciento de la población, y el diez por ciento los tutsis. Unas elecciones "libres" serían hoy lo mismo que un censo étnico, y si se tratara de aplicar la ley de la mayoría sin ninguna cautela, se llegaría inevitablemente a una matanza, o a una dictadura.
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