martes, 23 de febrero de 2010

La pequeña historia de España. (32)


En el país imperaba el desmán, la provocación desvergonzada a las autoridades, la organización belicosa de las masas demagógicas a cielo abierto, tambor batiente y banderas desplegadas; el atentado personal, el atraco, la anarquía desmelenada por campos y ciudades...
Los rebeldes de ayer, Azaña, Largo Caballero y otros, absueltos por los Tribunales, comparecían amenazadores en la plaza pública. Amenazadores y cínicos, esocoltados, cuando no protegidos, por el Ministro de Gobernación, que regentaba un Gran Maestre de la Masonería catalana, permanentemente asistido, aconsejado o intervenido por otro Gran Maestre, el del Gran Oriente Español.
Se había dicho de éste, con el salpimentado gracejo, que es, por antonomasia, "el tonto a la Federica". Por antonomasia, no. Si bien habíase colocado ya en su puesto, al pie de la carroza que había de conducir al cementerio los restos de la República, por ellos alevosamente asesinada.

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