A los ojos de los poetas románticos, los liberales se convirtieron en los profetas del progreso. Por una vez la Historia había tomado un curso que prometía dignidad para España. Este era el objetivo de muchas "sociedades secretas" del momento, como los carbonarios de Díaz Morales, los comuneros de Torrijos o los anilleros de Martínez de la Rosa. Esto no es sorprendente, ya que la lucha contra el absolutismo monárquico debía ser planificada desde arriba por los más capacitados para llevarla a cabo: un recurso muy conocido desde los tiempos de la Constitución de Cádiz.
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