sábado, 12 de diciembre de 2009

España, una nueva historia. (93)


Hay algo paradójico en el hecho de que un pueblo pueda presidir su propio nacimiento político. ¿Qué es lo que hace que un grupo de personas se unan a efectos de autogobierno? Una nación nace porque las personas que habían sido gobernadas por una misma autoridad deciden que deben ser orientadas en otra dirección. Ése fue el caso de Cataluña con Prat de la Riba, el de Euskadi con Sabino Arana y, con menos fortuna, el intento de crear una nación gallega con Villar Ponte y sus "Irmandades" o una nación andaluza con Blas Infante y su recurso al pasado "andalusí" (léase árabe). A eso se unió la idea de que el pueblo puede optar por el autogobierno como una indiscutible forma de valor, como en el caso de los tradicionalistas católicos catalanes inspirados en Torras i Bages. Los revolucionarios y los progresistas españoles, incluidos los anarquistas, se separaron de los demás catalanes, vascos, gallegos o andaluces como consecuencia de esta opción política decisiva.

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