
En su inmensa mayoría, los moriscos expulsados se establecieron en el norte de África, otros muchos negociaron con las autoridades otomanas para poder instalarse en los territorios musulmanes de los Balcanes y un pequeño grupo consiguió regresar a España. Fue el caso de Ricote, según cuenta Cervantes en la segunda parte (capítulo LIV) del Quijote. En medio de un camino, Sancho acude junto a una comitiva de peregrinos con ropa extranjera y uno de ellos se le acerca dando grandes señales de júbilo ante la extrañeza del aludido exclamando desde una honda pena: "¿Cómo es posible, Sancho Panza, hermano, que no conoces a tu vecino, el morisco, tendero de tu lugar?". A lo que, tras recuperarse de la sorpresa, contesta: "¿Cómo diablos te había de reconocer, Ricote, en ese traje de moharracho que traes? Dime: ¿quién te ha hecho franchote, y cómo tienes atrevimiento de volver a España, donde si te cogen y conocen tendrás harta mala ventura?".
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