Con este post empiezo una serie dedicada a recoger retazos de "Una novela de barrio", un libro escrito por Francisco González Ledesma. Una novela negra con el inspector Méndez de protagonista y que os recomiendo para este verano.
- Pues aún le falta conocer cosas, inspector, a la espera de que lo asciendan. Esta tierra del Poble Sec, antiguamente batida por los cañones de Montjuïc, siempre ha sido lugar de sufrimiento. Por aquí había unos solares que ya no existen -han sido edificados, claro- y en los que los comerciantes de carbón vaciaban su carga, y una vez en el suelo añadían agua al carbón, para que pesase más y así aumentar su negocio, añadían agua al carbón, para que pesase más y así aumentar su negocio, puesto que lo vendían por kilos. Eso significaba que un pobre hombre volvería a cargar a pala el carbón, ahora mucho más pesado. O sea, que el pobre hijo del pueblo tenía que cobrar menos que el valor del peso añadido por el agua, ya que de otro modo el negocio no habría salido a cuenta, y quién sabe si el capitalista se habría declarado en quiebra. Ahora la gente lo ha olvidado todo, como el niño ignora el dolor del parto de su madre. Créanme, los barrios cambian y entierran su memoria. Ahora sólo quedan cuatro viejos que lo han visto todo y sólo aspiran a morir en su calle, y cuatro nenas que no han visto nada y sólo aspiran a huir de su calle.
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