miércoles, 9 de diciembre de 2009

Progresa adecuadamente. (27)


Y el secretario lo explicó, en efecto. Habló de muchos programas y de muchos millones de euros para llevarlos a cabo. Y se recreó en algunos. Por ejemplo, en uno llamado «Voluntarios por la lengua», que reúne a parejas formadas por un catalanohablante y una persona con conocimientos pasivos de la lengua. O sea, a un activo y a un pasivo, que, como todo el mundo sabe, es una modalidad de pareja bastante extendida en nuestra sociedad y de probada eficacia. Sólo que aquí la pareja es lingüística, lo que significa que el intercambio queda circunscrito, en principio, al terreno de la lengua. De todas formas, hay algo en el programa del secretario que no entiendo. Se supone que la pareja en cuestión tiene como principal y único objetivo que el pasivo se vuelva activo, es decir, su propia destrucción, en la medida en que la pareja dejará entonces de tener sentido. ¿Y si sucediera de forma distinta? ¿Y si resultara que es el activo el que cambia de naturaleza? Por poner un ejemplo cualquiera: ¿y si es el catalanohablante el que se vuelve pasivo como catalanohablante y acaba hablando swahili? Me imagino que ya lo deben de tener previsto, que para eso existen los departamentos de selección de personal. Pero yo, por si acaso, y como simple precaución, propondría a ese par de filólogos tan emprendedores e incontinentes que siguieran el ejemplo del Ayuntamiento de Guecho, que ha decidido identificar con un pin a todos los conciudadanos que hablan vascuence. Así, al menos, en cuanto avistaran a uno con la chapa en la solapa o en el trasero, en seguida podrían interrogarlo y salir de dudas. O sería un traidor o sería un patriota.

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