martes, 1 de diciembre de 2009
Progresa adecuadamente. (21)
Seguimos con más retazos de "Progresa adecuadamente", el libro de Xavier Pericay.
Mi padre murió hará diecisiete años. Mucho antes de su fallecimiento, yo ya había emepezado a mudar de identidad, sin renunciar por ello a mi feliz condición de hijo de catedrático. Y así hasta la fecha de hoy, en que, a mi orfandad natural, me veo forzado a añadir por decreto un nuevo vacío. Resulta que en los institutos de Enseñanza Secundaria y Bachillerato ya no hay catedráticos. Y aquí no acaba todo: para mi desesperación, resulta que esto es así desde hace más de dos lustros. Al parecer, los rsponsables de diseñar la política educativa, tan renuentes siempre a conservar lo heredado y a tratar de mejorarlo, se dijeron un buen día, henchidos de un ánimo revolucionario: "Vamos a reformar de una vez por todas la enseñanza y a demostrar que aquí todos somos iguales". Dicho y hecho: con la inestimable colaboración de algunos sindicatos mayoritarios, estos insignes pedagogos pusieron en marcha la reforma educativa y decidieron que el futuro de la escuela pública estaba en la implantación de medidas que nivelaran al alumnado y al profesorado -que lo nivelaran por abajo se entiende-. De cómo los alumnos han ido perdiendo nivel hasta llegar a ras de suelo, de ha hablado largo y tendido, y me temo que aún vamos a seguir haciéndolo. En cambio, de la caída en picado del profesorado y de su conversión en mera comparsa del sistema sin éstímulo profesional alguno, se ha hablado por desgracia muchísimo menos.
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