jueves, 14 de mayo de 2009

Nada por la patria. (4)


A la ley del silencio instaurada en 1981, tras el tejeretazo y el manifiesto de los 2.300, se le daba una nueva y más enérgica vuelta de tuerca. Se trataba de proceder a una sustitución lingüística subprepticia, "sin que se notase el cuydado". Casi todas las víctimas callaron. Porque eran pobres, porque llevaban dentro desde siglos el frío y el miedo de los pobres hijos de pobre y nietos de pobre. Porque, aunque supieran que ni llegando a rico se deja de ser hijo de pobre, querían que sus hijos pudiesen medrar un poco más que ellos -"El sol calienta un poquito la pobre tierra soriana"- y sabían que solo medra el pobre cuando para dejar de serlo hace lo que los ricos quieren que haga.

1 comentario:

Rodamon dijo...

Es terriblemente común en Cataluña que el típico marimonio castellanoparlante, votante del PSOE, con hijos nacidos aquí, incluso promocionen (Pensándolo o subconscientemente) que sus hijos se catalanicen a tope.
Con eso creen que así accederán a un nivel de ciutadá normalizado, sin considerar que el grado de integración que sus hijos probablemente conseguirán es el de siervos de segundo nivel.
Hasta los abuelos (ahora "avis"), se esfuerzan en solo hablar catalán a sus nietecitos. Alienados.