jueves, 28 de agosto de 2008

La ciudad que fue. Barcelona, años 70. (XII)

Hoy Losantos sigue escribiendo sobre Jesús Royo.


Tras este intercambio postal Jesús Royo había descubierto la mitad de la verdad: que dentro de los muros de la Generalidad escribir una nota en castellano, simplemente, está prohibido. Le faltaba por conocer la otra mitad: que para las gentes cómo él, heresiarcas frente a la religión tribal, no sólo está prohibido escribir en castellano, sino también en catalán.
De esto último se enteraría al buscar editor para su ensayo "Arguments per al bilingüisme", para muchos la mejor reflexión teórica sobre el problema de las lenguas en Cataluña. Así, una vez elaborado el libro, más de cincuenta editoriales de Barcelona recibieron el manuscrito para someter a su consideración la posibilidad de publicarlo. Las respuestas que recibiría de ellas el autor serían cualquier cosa menos sorprendentes.
A los editores el original les había parecido un trabajo magnífico. En consecuencia, tras felictarlo efusivamente todos le manifestaban que estarían encantados de verlo publicado... en cualquier otro sitio. "El trabajo es muy interesante, espero que pronto podrá editarlo otra editorial" (Grijalbo Mondadori). "Un valiente soplo de aire fresco en una atmósfera cargada de servilismo y cobardía generales" (Vívora Comix). "El tema es importante y la mayoría de ciudadanos de Cataluña están de acuerdo con el planteamiento que usted hace" (Reverte). "Nos ha llamado mucho la atención por su calidad" (Obelisco). "Una obra interesante y bien argumentada" (Edhasa).
En fin, Jesús Royo tenía sobrados motivos para estar satisfecho. Al menos, ninguno de aquellos cincuenta editores avisó a los Mossos d´Esquadra tras leer el texto, que es lo que hizo la dirección de supartido, el PSC, cuando en 1996 intentó distribuir una edición artesanal de su obra entre los militantes que participaban en el congreso de esa formación en Hospitalet del Llobregat. De este modo, gracias a la intervención de la fuerza pública, el eterno alcalde extremeño de Hospitalet Celestino Corbacho, la onubense Manuela de Madre y el cordobés José Montilla, tres dirigentes socialistas que se expresan habitualmente en "catañol", la jerga del extrarradio de Barcelona que practican los que no dominan ninguno de los dos idiomas, lograron impedir que un catedrático de catalán les explicara que hasta ellos tenían derecho a la dignidad personal.

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