viernes, 8 de agosto de 2008

La ciudad que fue. Barcelona, años 70. (II)

Un trocito del libro de Federico Jiménez Losantos.



Un día recibí una invitación a no sé que conferencia, ciclo o lo que fuere de la Fundación Miró, con la particularidad de que la carta iba dirigida a "Frederic Jiménez". Traté de que no se repitiera mi rebautismo, pero la vía burocrática no funcionó. Al final, se me dijo que era el criterio de la Fundación para la normalización del catalán. Así que, en no me recuerdo qué acto, me encaré con Francesc Vicens, dirigente del PSUC que había sido expulsado por Carrillo junto a Claudín y Jorge Semprún por veleidades aperturistas y que era el factótum político de la Miró. Después de explicarle mis infructuosos esfuerzos, le dije:
- Verás, resulta que yo me llamo Federico y no Frederic, como pone en esa invitación. Y si tú tienes derecho a llamarte Francesc y no Francisco, yo tengo el mismo derecho que tú a llamarme con el nombre que me pusieron al bautizarme. No pienso renegar de mi origen. ¿Éste es el respeto que tenéis aquí por la lengua ajena, después de tanto quejaros por la persecución de la vuestra? ¡Ni Carrillo!
- Pero hombre, si eso es un gesto de deferencia hacia tí! ¡Si es porque te consideramos de casa, parte de esta Cataluña democrática que está naciendo! y deja de estar lo de Carrillo, que fue un acto dictatorial que no viene a cuento.
- O sea, que para ser ciudadano de pleno derecho en Cataluña tengo que renunciar a mi identidad porque si no tú no estás a gusto en la tuya, ¿no? Pues mira, prefiero que no me invites a nada, no sea que parezca voluntario. Como tu expulsión del PSUC, vamos. Y tiene mucho que ver: libertad o dictadura, esa es siempre la misma cuestión.

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