domingo, 24 de agosto de 2008

La ciudad que fue. Barcelona, años 70. (IX)

Hoy Losantos escribe sobre Lluís Aracil el que fuera presidente de la Asociación Internacional de Sociolingüística y creador de todos y cada uno de los fundamentos teóricos de la política lingüística que llevarían a la práctica los nacionalsitas una vez en el poder, empezando por el propio concepto de normalización.
Pero ocurrió que a Aracil dejó de parecerle normal la normalización cuando comprobó por sí mismo los estragos psicológicos que producía en las mentes indefensas de los escolares castellanohablantes sometidos al delirio identitario de la Generalitat. Este es un trozo de la entrevista que por entonces Ivan Tubau le hizo en El Mundo.



-No hay que hacer trampas. Yo no soy de Cataluña. Soy valenciano. ¿Cuál es mi lengua materna y lo será siempre? El castellano. Y no disimularé. No soy hijo de puta: mi madre me lo impidió. La lengua materna es aquella en la que empiezas a expresarte, no la de un territorio. La única persona de mi entorno que usaba la lengua en la que estamos hablando tú y yo ahora (la entrevista con Tubau se desarrolló en catalán) era una criada de Almenara. Quise aprender esa lengua para hablar con la criada y con otras gentes de mi país. Aprendí para abrirme, no para cerrarme. Lo cual significa que soy lo contrario de Pujol o Arenas.
En el pasado me definí como catalán. Fuí víctima, como otros, de un quid pro quo: creí que un determinado proceso histórico tenía que ver con la dignidad humana. Y tenía que ver, pero en sentido contrario al que yo creía: la inmersión de los niños castellanohablantes de Cataluña en el catalán atenta contra la dignidad humana. Yo soy un humanista, y un humanista jamás aceptará que se machaque al hombre. "¡Es que la Virgen de Monserrat quiere que machaquemos a los niños!", dirán. El humanista antes machacará a la Virgen de Monserrat que a los niños. No dudará ni un momento. Nunca he hablado de la lengua como si fuera alguien. Para mí, alguien es la gente. Para los inmersores la lengua no es la gente, es la patria. Si yo tuviera una patria sería Europa, más precisamente el humanismo europeo. Y el humanismo europeo relacionaba la lengua con la gente y con una obra humana. ¿Sabes por qué esos odian el castellano? porque es el ejemplo que ellos han rechazado. Es la dignidad de Europa, y ellos son lo contrario.

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