Entrevista en ABC a Jordi Canal. Profesor y director de estudios en la reputada École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS). Jordi Canal es uno de los grandes especialistas en historia contemporánea. Cosmopolita y trilingüe (español, catalán y francés).
- El independentismo actual en Catalunya y en el País vasco, ¿es una cuestión electoral u obedece a razones más hondas?
- Las dos cosas. De entrada, se trata de una cuestión de fondo. Los nacionalismos que solemos llamar periféricos nunca han pretendido quedarse en una simple autonomía. Siempre
van a pedir más. Los nacionalistas pretenden asimilar la nación a otro Estado. Durante un tiempo hubo una evolución distinta en Cataluña y el País Vasco. Ahora estamos llegando a un momento en que los nacionalismos catalanes y vascos no consideran suficiente su situación. Pero no se debe olvidar que incluso los nacionalismos más moderados siempre pretendieron otra cosa, mucho más.
- Al mismo tiempo, esa exigencia coincide con el enfrentamiento a primera sangre política entre los distintos nacionalismos catalanes. Y la división entre las familias del PNV.
- Las dos cosas me parecen diferentes. En el País vasco algunas familias socialistas han servido de puente. En Cataluña esa fragmentación nacionalista aparece con la ascención socialista al poder, cuando se pone en evidencia que incluso en las filas socialistas hay quienes optan por una tentación nacionalsita plena se ditingue muy poco del nacionalismo de CIU o ERC. En Cataluña, para ser nacionalista hay que declararse aún más nacionalista.
- Una carrera hacia el más allá.
- Quizá se trate del triunfo del proceso de nacionalización, que comenzó hace años con las políticas educativas. Al mismo tiempo, hay una parte de la sociedad catalana que ya no se reconoce en el nacionalismo moderado.
- ¿Hay antecedentes históricos de una situación política tan "balcanizada"?
- La situación actual es relativamente excepcional. A la historiografía nacionalsita le gusta enlazar lo que ocurre hoy con lo que ocurrió en otros momentos de nuestra historia, a lo largo del siglo XIX, por ejemplo. Creo que estamos en situaciones y sociedad radicalmente distintas.
- La reinvención del independentismo catalán, ¿tiene algo que ver con los planes de estudio de los últimos 20 o 30 años?
- Estamos asistiendo, a principios del siglo XXI, a los resultados prácticos de los planes de estudio de finales del siglo XX, de las campañas de normalización, de la conversión de la historiografía catalana (que fue una historiografía muy moderna, muy europea, muy abierta al mundo) en una historiografía cerrada en ella misma. Estamos viviendo el éxito de la nacionalización de la lengua, la cultura, la política, la historia, la literatura. Estamos viendo aflorar el radicalismo de una sociedad profundamente nacionalizada y encerrada en sí misma. Con unos espejismos trágicos. Se da por supuesto que Cataluña no tuvo nada que ver con España. Que se puede construir una Cataluña al margen de España. Se piensa que se puede saltar del catalán al inglés, saltando sobre el español. Este es el resultado de lo sembrado desde principios de los años 80 del siglo pasado.
- Para mi sensibilidad, es difícil entender Cataluña, entender el País Vasco, entender España, sin leer los "Episodios nacionales" de Galdós o buena parte de la obra de Valle-Inclán. Leen los estudiantes catalanes a Valle o a Galdós?
- Yo creo que poco o muy poco. Se trata de un problema general quizá en toda España. En Cataluña y el País Vasco es donde se ha llegado más lejos en ese proceso de ignorancia de la gran literatura. En Cataluña se va hacia una sociedad que se piensa ella misma aislada del resto del mundo. En Cataluña hay un desconocimiento profundo de la cultura española, porque se considera cada vez más ajena. Se lee cada vez menos a Galdós, Valle Inclán. Unamuno, etc. con el riesgo que eso comporta. No se está perdiendo el uso del español en la calle. Pero sí es cierto que los niños catalanes cada vez hablan menos y peor el español. Entre los nacionalistas hay quienes piensan que Cataluña es pensable al margen de España. Esa es la gran trampa. en el terreno de la cultura y la historia se llega a grandes barbaridades. ¿Cómo pensar en el siglo XIX sin España? Una barbaridad. A eso estamos llegando. No iré más allá. Pero ¿cómo explicar el siglo XIX catalán sin España cuando los catalanes participaron de manera capital en la historia de España? En el caso vasco se llega a la misma y catastrófica situación, cuando la mayor parte de los grandes exploradores, los grandes conquistadores de la época moderna fueron vascos. Ese proceso de reinvención de una historiografía nacional aislada de España, es sencillamente ahistórica. Imposible pensar en Cataluña al margen de España.
- Sin embargo, ese determinismo intelectual nacionalista choca con la realidad social. En el referéndum catalán de junio del 2006 se ve que no hay una mayoría independentista y que una gran mayoría de catalanes apoyaban proyectos muy alejados del radicalismo.
- En el caso catalán las cosas son mucho más sutiles que en el vasco. El nacionalsimo se ha impuesto culturalmente. Y, por tanto, la cultura nacionalista excluye, silencia otras visiones del mundo y la realidad. Quienes no participan del mesianismo nacionalista son excluídos culturalmente. Con respecto a los resultados del referéndum... de entrada, a mi modo de ver, la reforma del Estatuto era una cuestión política, de los políticos y para ellos mismos. Al margen de los intereses de la gente de la calle. No había demanda de Estatuto en la sociedad catalana. La demanda llegó cuando los partidos lanzaron su carrera a ver quién era más nacionalista.
1 comentario:
El nacionalsimo es voraz. Te pide el dedo y se zampa el brazo.
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