
El ministro de Educación, Ángel Gabilondo, está en contra de fijar una lengua como condición para ser profesor de universidad. Por eso ha declarado: "Una lengua se debe aprender poco a poco pero no debe ser condición para entrar en un lugar". El ministro demuestra desconocer las escuelas catalanas. En nuestra comunidad el catalán es imprescindible, para alumnos y profesores. Aquí la única meritocracia es el conocimiento de los "pronoms febles". El ministro diferencia a las universidades del resto de centros educativos y es injusto. En Catalunya se mete el catalán con calzador, el castellano brilla por su ausencia y los inmigrantes que llegan pensando que venían a España se quedan perplejos.
Yo amo el catalán porque es una de mis dos lenguas, lo que llama la atención es que siendo así yo no quiera imponer el catalán a nadie, mientras políticos como Montilla o Corbacho entienden la inmersión lingüística como un mandamiento inexorable. Si Pompeu Fabra levantase la cabeza, fliparía por un tubo.
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