Transcribo el final de un artículo de Joan Barril, en relación con la última idea de Artur Mas.
Y, de pronto, me siento ajeno entre aquellos que consideraba próximos. A fuerza de capillitas, la gran catedral se ha hundido. Ignorado por aquellos a los que ignoro, tampoco en este pequeño tarro de las esencias encuentro una mísera entrada general desde la que participar del espectáculo. Ayer, dicen, se refundó una nueva casa común. Pero a veces las condiciones y las sensibilidades me llevan a la amarga condición de apátrida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario