Una columna de Ángel de la Fuente publicada hoy en el Periódico de Catalunya.
Es muy dudoso que la reciente cumbre de Washington pueda llegar a ser considerada algún día como el punto de partida de un proceso de "refundación del capitalismo". Sin embargo, la muy esperada reunión del G-veintitantos sí ha servido para que los responsables de las principales economías mundiales acuerden las líneas maestras de una estrategia común y transmitan a sus ciudadanos su voluntad de actuar de forma coordinada para gestionar la actual crisis y hacer más difícil su repetición en el futuro.
El documento que resume las conclusiones de la cumbre es largo, vago, prolijo en detalles irrelevantes y lleno de inconcretas buenas intenciones además de perfectamente incomprensible por el ciudadano medio. Sin embargo, dice algunas cosas importantes y que apuntan en la dirección correcta. Reducido a su esencia, el texto viene a decir que los gobiernos implicados (I) han tomado medidas de política fiscal y monetaria para estimular la demanda y mantener la liquidez y que seguirán haciéndolo de una forma coordinada, (II) que no adoptarán medidas proteccionistas sino más bien al contrario y (III) que intentarán ponerse de acuerdo sobre los cambios necesarios en los mecanismos de regulación y supervisión del sistema financiero.
Los dos primeros puntos muestran que nuestros gobernantes tienen muy presentes algunas lecciones importantes de crisis pasadas. La profundidad y duración de la Gran Depresión de los años treinta fue el resultado de la inadecuada respuesta de los gobiernos nacionales y los bancos centrales. No hubo entonces, al contrario que ahora, fuertes inyecciones de liquidez y rápidas bajadas de tipos ni programas de estímulo fiscal. Lo que sí hubo, para terminar de darle la puntilla al sistema, fue una escalada de esfuerzos unilaterales para proteger los mercados domésticos de la competencia extranjera que terminó pasando factura a todos. Resulta tranquilizador comprobar que estos errores no se repetirán en el momento actual. Queda por concretar el alcance de la necesaria reforma del sector financiero. Esperemos que en esto también acierten y sepan encontrar el equilibrio correcto entre intervención y mercado.
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