jueves, 13 de septiembre de 2007

DENOMINACIÓN DE ORIGEN

Os invito a leer DENOMINACIÓN DE ORIGEN un cuento de Joan Barril que yo clasificaría de cuento NO NACIONALISTA.


.La fortuna le llegó tarde, pero no demasiado. Había heredado la concesión de una casilla de esas que dan premios por la calle. Fortunato Impar Rojo no era ni ciego ni inválido. Simplemente estaba ahí, dentro de su cabina rodeado de números mágicos que habían de hacer felices a los compradores. Decía "Aquí tengo la suerte. Hay que probarla" Y la gente la probaba y se dejaba sus euros en la cosa. Y Fortunato, envidioso de la posible suerte ajena, decidió quedarse siempre algunos de esos números. De esa manera daba alegría a uno de sus clientes, pero él siempre se guardaba un porcentaje legal para sí mismo. El negocio no era un gran negocio cuando la suerte le era adversa, pero el día que le tocara el gran premio la cosa cambiaría.
.Y la cosa cambió, porque la suerte va a rachas y a Fortunato le cayeron cinco premios grandes en una semana, lo cual da para retirarse. Y realmente Fortunato Impar Rojo se retiró. Invirtió en un banco y se reservó una bonita renta para ir tirando. Y fue entonces cuando Fortunato decidió que todo tenía su origen y que había de ir siempre al origen de las cosas. Brindó con champán y se pasó un mes entre los viñedos de Reims y Epernay. Pensó en el cuba-libre y se plantó en La Habana para conocer el origen del ron y de lo que algún día fue la libertad. El té de Ceilán le llevó a Sri lanka y el día que le regalaron como mascota un gato de Angora se fue a los templos de Angkor del sureste asiático y allí degustó un magnífico whisky escocés que había sido destilado en Glasgow.
.Así fue como Fortunato Impar Rojo invirtió su fortuna ocasional. La búsqueda de los orígenes es cara. pero él y sólo él había ido a los orígenes de todo. Con esa satisfacción Fortunato se paseaba por el mundo dando carta de naturaleza a todo lo que le rodeaba. Hasta que un día se cruzó en su camino una mujer alta y rubia, de edad indefinida que es la mejor edad. Se presentó ante Fortunato como una sueca de toda la vida y Fortunato Impar decidió por una vez ser Par. Su juventud estaba impregnada del mito de las suecas y se lanzó con las últimas fuerzas que le quedaban en brazos de aquella mujer. Llevado por la pasión ni siquiera buscó en su pasaporte la autenticidad escandinava de su linaje. Fueron felices y hasta se amaron con contención rodeados de todas las cosas auténticas que Fortunato había atesorado. Fue al final de su vida, en esos momentos de duermevela, cuando el alma y el cuerpo empiezan a desgajarse, que su amada le confesó que nunca había sido sueca y que sus cabellos rubios provenían del mismo padre de la chica afgana del National Geographic y sus ojos azules de una madre irlandesa descendiente de presos que el imperio británico mandó a Australia.
.Ya nada es lo que era ni los orígenes son los que fueron. El ron no es cubano sino español, los gatos no son de Angora sino de criadero, el té se cultiva en los balcones, los relojes son de Colombia y el café es suizo. Y así, con esa confusión, Fortunato murió en tierra y lo enterraron en cualquiera de los siete mares.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buen cuento. Aunque Joan Barril te da una de cal y otra de arena.