sábado, 20 de diciembre de 2008

Mal reparto.

Una columna de Ángel de la Fuente publicada ayer en El Periódico de Catalunya:

Lo peor de las crisis económicas es que están muy mal repartidas. En una recesión normal el descenso de la renta per cápita medida a precios constantes no suele pasar del 2% o el 3%. Si el recorte de ingresos fuese uniforme para todos, la situación --aunque desde luego poco placentera-- distaría mucho de ser dramática. En la práctica, sin embargo, los daños se concentran en un grupo relativamente reducido de empresas que se van al garete y de trabajadores que pierden su empleo o no pueden encontrar uno, mientras que el resto de la población mantiene más o menos constante su nivel de renta.
España es uno de los países industriales en los que más rápido se destruyen puestos de trabajo en periodos de crisis. En la década que siguió al primer shock petrolífero de los años 70, el número de empleos por persona en edad de trabajar se redujo en nuestro país en un 23% frente a un descenso del 3% en el conjunto de la OCDE, de un 8% en los 15 miembros de la Unión Europea antes de su ampliación al Este (UE-15) y a un aumento del 2% en Estados Unidos.
En la recesión de principios de los 90 la historia es similar aunque menos dramática. En los tres años siguientes al inicio de la crisis, el indicador citado de empleo se redujo en el 6,4% en España, en el 3,5% en la UE-15, en el 2,3% en los Estados Unidos y en el 1,9% en la OCDE.
Muchos economistas pensamos que estas diferencias tienen bastante que ver con el grado de flexibilidad salarial de las distintas economías. Cuanto más rápido se ajusten los salarios reales ante una perturbación adversa, menor será el incremento del paro y más rápida será la salida de la recesión.
Si tenemos razón --y la evidencia empírica así lo sugiere-- sería necesario realizar una reforma en profundidad de nuestro sistema de negociación colectiva para eliminar o al menos mitigar algunas de las rigideces que este introduce en el proceso de formación de salarios.
En las circunstancias actuales, podría ser aconsejable ir más allá y buscar un pacto entre los agentes sociales para intercambiar menores salarios por más empleo con el fin de minimizar los costes sociales de la crisis.

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