miércoles, 11 de abril de 2012

Pascua florida


La opinión de Antonio Gala en El Mundo.


Ni a mí ni a nadie positivo le interesa lo que diga ETA o lo que piense si es que piensa. Sólo interesa su disolución: ya ha dado bastantes motivos para no creer en ella ni en los que se presentan como portavoces. Y de la izquierda abertzale no cabe escuchar otra declaración que la de ETA desaparecida. Si no, es inútil que solicite un pacto democrático. Para todos ellos tal fin consiste en un hecho póstumo: los católicos piensan que el purgatorio se llega después de la muerte, para borrar cicatrices; para construir la paz en la inexistencia y el olvido (casi imposibles) de un pasado demasiado reciente. Meter al enemigo debe literalmente morir como enemigo. Y que uno de ellos resucite como aliado es improbable. Hay que crer en los hechos y en las largas realidades, no en propósitos de la enmienda que son flatus vocis. Las declaraciones pueden ser contradictorias o increíbles. La desaparición hay que demostrarla con una prolongada penitencia. Hay demasiada gente sufriendo la situación de hoy como para añadir desolaciones de ayer. Por el momento.

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