jueves, 29 de septiembre de 2011

Cataluña es mentira

La opinión de Daniel Tercero en LA VOZ DE BARCELONA.


Algunos se escandalizan por la elección de Pa Negre como representante del cine español ante Hollywood. La decisión de la Academia española desmonta, de entrada, un mito más que el nacionalismo catalán ha propagado gracias a sus sacerdotes de la fe: el cine en catalán nunca podrá aspirar a los Oscar. Vaya. Tendrán que inventarse otro dogma. En Cataluña sobran videntes y subvencionados. Si seguimos siendo uno de los cuatro motores de España es por puro milagro, por simple casualidad, pese a todos los esfuerzos de los políticos nacionalistas, empeñados en que dejemos de ser Nueva York para convertirnos en Albania. En esto están.

En nuestra Comunidad, de una pregunta de una televisión privada se puede llegar a hacer causa militar. En la web de Antena 3 consideran oportuno preguntar por la idoneidad de que Pa Negre acuda a los Oscar en representación de España. Menuda chorrada de pregunta. Y esto es noticia. Pero se considera normal, forma parte del paisaje, que en la televisión autonómica pública se pregunte por todo menos por lo que le preocupa a los ciudadanos, según las encuestas: el paro y los recortes sociales.

Así, durante este mes de septiembre, en los 18 días en que Els Matins, de TV3, ha tenido oportunidad de hacer la pregunta del día: cinco veces se ha hecho por temas lingüísticos, con preguntas tan inocentes como: ‘¿Creéis que España combate la pluralidad lingüística?’ o ‘¿Creéis que la sentencia del TSJC sobre la inmersión lingüística está politizada?’, cuatro veces por temas identitarios, con preguntas tan inocentes como: ‘¿Os sentís cada vez más alejados de España?’ o ‘¿Veis posible un frente común de los partidos catalanes en Madrid?’, dos veces por temas religiosos, dos veces por la prohibición de las corridas de toros, una vez por Guardiola, otra por Strauss-Kahn y tres veces por políticas de actualidad (impuesto de Patrimonio, recortes y déficit y relaciones de CiU con PPC o ERC). Como si los recortes en sanidad y educación fueran cosa del pasado.

Cataluña es Matrix, dice José García Domínguez (aunque la autoría de la analogía es cosa de Juan Carlos Girauta). Creo que Cataluña es mentira, que viene a ser lo mismo. El Parlamento autonómico se dedica a opinar en lugar de a legislar, mientras no soluciona los problemas sobre los que sí tiene competencia. Se votan mociones, como las de este jueves (en teoría), sobre competencias que no tiene el Parlamento autonómico, como la de que no se multe por incumplir la ley para que se puedan manipular las matrículas de los vehículos, o se aprueban textos contra los tribunales de Justicia. O se dedican, nuestros políticos de cercanía, a debatir sobre una reforma constitucional que ya está hecha y de la que no tienen competencias para modificar ni una coma. Es un gran teatro, me dijo no hace mucho uno de los diputados autonómicos del PSC.

Los políticos nacionalistas son los únicos que desprecian las instituciones catalanas. No creen en ellas. Por eso las maltratan desprestigiándolas al precio que sea. Opinando de aquello y lo otro y aprobando mociones que no tienen ningún valor. El nacionalismo hay que conllevarlo -como bien dijo Ortega y Gasset- pero los políticos deberían tener un mínimo de dignidad para saber conllevarse. Juegan, en definitiva, a ver quién tiene más tarjetas de colores del Monopoly -sus compinches con antiguo abolengo son más del Hotel-. Juegan a hacer ver que Cataluña es un estado. Se dedican a dejar de lado los temas que les compete y pierden el tiempo y desgastan las (in)cómodas almohadillas rojas de los escaños del Palacio de la Ciudadela.

En definitiva, llevan muy mal lo de la división de poderes. Por lo visto, lo del estado de derecho todavía no ha llegado a oídos de los nacionalistas en Cataluña. ¡Menos mal que el Tribunal Constitucional tumbó enterito el apartado judicial del Estatuto de 2006! Lean con atención: separación de poderes. Es lo mínimo imprescindible para diferenciar una democracia de una dictadura. Los poderes. Los parlamentos, legislan; los ejecutivos, gobiernan; y los judiciales, interpretan las leyes. Lo saben pero hay que recordárselo de vez en cuando.

Y en estas cuelan una y otra vez que el pueblo de Cataluña es soberano y que el Parlamento autonómico tiene la representación de esta soberanía. Podría haberlo sido, no digo que no, pero no lo fue nunca y no lo es ahora. En el Parlamento de Cataluña recae la autonomía, como en los ayuntamientos; autonomía para legislar sobre las competencias que le son transferidas o cedidas por las Cortes Generales y, siempre, dentro de la Constitución. Pero la soberanía la tiene, únicamente, el pueblo español, y por delegación las Cortes Generales. Esta diferencia, evidente a ojos de cualquiera, ha sido, además, especificada en varias ocasiones por los tribunales (aquellos que interpretan las leyes, ¿recuerdan?).

Termino, debo irme al Parlamento autonómico a informar de la comisión parlamentaria creada para debatir sobre el ‘Diseño de parchís y puzzle de la casita de cartón recortable’. Es cierto, no han creado dicha comisión, aunque podrían haberlo hecho. Pero no se preocupen que la prensa, ya sea la pública o la concertada, les informará de ello. ¡Que no termine la fiesta!

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