Solo eso explica esa distancia que algunos millones de españoles no madrileños sienten ante la idea de la Hispanidad. La paradoja es que se trata de una distancia más teórica que práctica. Porque cuando el catalán se va por el mundo -y no son pocos- no duda en beneficiarse del club de la Hispanidad para ser comprendido y aceptado. Y es que España siempre tiene amigos fuera.
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