jueves, 1 de marzo de 2012

Arrecia lo de 'Espanya ens roba'

La opinión de Jesús Royo en La Voz Libre.




Durante muchos años, el gobierno se resistió a la pretensión de publicar las llamadas balanzas fiscales. Decían que había muchas maneras de medirlas, que solo servirían para sembrar la discordia entre las comunidades, que si nabos que si coles. Ese oscurantismo alimentó teorías de todos los colores y todos los gustos. Al final, Zapatero las publicó, supongo que en un ejercicio de buena fe o en pago a algún servicio de los nacionalistas. Y se armó el belén. Desde entonces en Cataluña no han parado de dar la vara sobre el “expolio fiscal”, han salido especialistas en demostrar cuánto perdemos estando en España, y lo felices que seremos si vamos a nuestro aire, que ataremos los perros con longanizas y a lo mejor incluso ligamos más. Vean, por ejemplo, http://www.zeniting.com/player.php?id=228 o vayan directamente a Google, y busquen “espoli fiscal català” o “espanya ens roba”, y se lo pasarán bomba, o les entrará una urticaria insoportable, depende.

El discurso -iba a poner peñazo, pero pongamos discurso, contengámonos- sobre el expolio fiscal se ha extendido por las capas populares de toda Cataluña como un reguero de pólvora, por usar el tópico abusando del lector. Ahora ese discurso pertenece a las nociones elementales, las verdades evidentes y la realidad palpable de todos los opinadores. De manera que el crecimiento del independentismo hay que atribuirlo sobre todo a esta cuestión. Muchos castellanohablantes, muchos obreros del cinturón rojo se han vuelto indepes porque les dicen que sus ahorros, su piso, su coche y su parcela, lo que han conseguido matándose a trabajar durante toda la vida, ahora va a venir Madrid y se lo va a llevar allá, a sus fincas de señoritos, para sus paseos a caballo, sus tientas y sus cacerías. Yo pensaba que ese discurso tramposo, demagógico y desleal iba a desprestigiarse pronto, que al final iba a ser contraproducente, pero no, no para, al contrario, sigue y va en aumento, y ya hasta las instancias académicas, los diarios serios y las gentes de la izquierda más acrisolada lo dan por bueno. Ha habido, por parte del pensamiento político no nacionalista, una dejación, una abstención pudorosa, un acojono, por decirlo mal y pronto, para contrarrestarlo con contundencia. ¿Cómo es posible que si digo “los catalanes pagamos la renta igual que el resto de los españoles” nadie se lo crea? ¿O si apunto “a los catalanes nos dan lo que nos corresponde por una ley aceptada y pactada por todos los españoles”, se lleven el dedo a la sien como diciendo “tú estás tonto, o qué”?

Pues esa labor es urgente. Hay que contrarrestar el discurso del expolio fiscal, desprestigiarlo y ridiculizarlo por simplón y reaccionario. Tan reaccionario como decir que los parados son unos vagos, o que los inmigrantes son delincuentes. O que los impuestos son un robo. Es cuestión de cultura y de moral social, cosas ambas de las que en España no andamos muy fuertes. Aquí está bien visto escaquearse de Hacienda, colarse en el metro, saltarse una cola, copiar en los exámenes y llegar tarde. Pues en ese género de cosas abyectas hay que colocar la insolidaridad fiscal. Yo la llamo “la queja lombarda”, por ponerle nombre de chiste y de cantinela sin sustancia.

Pero además hay que prestigiar y dar valor al Estado de derecho como ámbito de solidaridad, de libertad y de igualdad. Hablemos alto y claro. 1: en España todos pagamos la renta por igual (con la excepción escandalosa e insolidaria de los conciertos vasconavarros). 2: el reparto se hace con criterios de igualdad, modificada por la gravedad de las necesidades, y siempre mediante pactos. 3: quejarse de que “yo pago más” o “yo recibo menos” no tiene sentido más que como presión -inaceptable- para forzar un privilegio. 4: el déficit o el superávit fiscal es consustancial a la esencia del Estado, y es una consecuencia del criterio de igualdad. Igual que los sanos tienen déficit fiscal frente a los enfermos, o los empleados frente a los parados. Ahora Cataluña es más rica y por tanto los catalanes debemos pagar más, pero no siempre fue así, ni siempre lo será. Igual que el empleado subvenciona al parado porque él mismo podría un día perder su empleo, una región rica puede empobrecerse y necesitar de la solidaridad de las demás: recuerden Asturias, recuerden Valonia. Ante el déficit fiscal, la respuesta cívica es felicitarse. La respuesta egoísta, insolidaria y cutre es lamentarse, pedir trato preferente, reclamar prioridades. Alerta PSC.

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