miércoles, 3 de agosto de 2011

La reina sabia


Vivió hace muchos años una reina poderosa y sabia obsesionada con mantenerse en el poder. Separada del pueblo por grandes murallas y profundos fosos, cada día daba órdenes a sus leales para que las condiciones de vida de campesinos y trabajadores fuesen aceptables. Desde su palacio, entre lujos y tesoros, clamaba para que ninguno de sus súbditos pasase excesiva hambre o demasiado frío. Insistía a sus hombres de confianza para que sus gentes no padecieran miserias ni sufrieran enfermedades relacionadas con la pobreza. Les organziaba grandes fiestas, los invitaba a vino y bailes. "¡Que sean felices, que se diviertan!", decía. A la reina no le importaba que su gente tuviese de todo... excepto educación. Las òrdenes eran tajantes: nada de escuelas, nada de maestros, nada de libros. "Si les damos eso, sabrán tanto como yo. Y entonces se darían cuenta de que no me necesitan", sentenció.

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