lunes, 6 de junio de 2011

Inmigrantes miserabilizados


Esos movimientos -que van desde el voluntariado confesional hasta cierto radicalismo dramático- se postulan como mediadores -cabría decir mejor cortafuegos- entre los poderes político-económicos y los sectores sociales conflictivos, representando a los primeros ante los segundos y usurpando la voz de los segundos ante los primeros. Periódicamente, el ciudadano medio es colocado por la administración y las ONG que de ella dependen ante puestas en escena cuyo tema es la pluralidad humana, la misma que podemos ver desplegándose a diario a nuestro alrededor en la calle, en los mercados, en los transportes públicos, pero que es de pronto instalada entre comillas por las correspondientes fiestas de la diversidad, en recintos cerrados y de pago, en los que el visitante es invitado a mirar, como si fuese un turista de visita o un consumidor que pasea por un centro comercial, las expresiones culturales remotas que han venido a vivir en lo que nunca deja de pensar como su casa. "En las fiestas de la diversidad y en las escuelas multiculturales aprendemos las recetas de cocina del "otro", las fechas de su calendario y los nudos de su kimono o de su chador. Bajo tanto exotismo se cierra el espacio para las verdaderas preguntas: ¿Cuándo saliste de tu casa? ¿Qué has dejado allí? ¿Qué has encontrado? ¿Cuánto ganas? ¿Estás sola?" Esta diferencia que se nos muestra en los grandes bazares multiculturales es una diferencia desactivada, inofensiva, de juguete, sin ninguna capacidad cuestionadora, rendida al servicio de la sociedad multicolor y polifacética, en la que los inmigrantes miserabilizados se convierten en sonrientes figurantes de un spot de promoción de una sociedad armoniosa y debidamente desconflictivizada.


Sociedades movedizas, MANUEL DELGADO.

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