viernes, 18 de febrero de 2011

Felipismo


Pero nunca he podido asumir la corrupción en nombre de la libertad, y por eso mi desencanto se acentuó en todo lo que escribí durante el primer mandato socialista -el felipismo-, cuando el gobernador del Banco de España robaba, el ministro del Interior robaba, el director de la Guardia Civil robaba y la directora del Boletín Oficial del Estado robaba. Cuando se instauraban los contratos eventuales (olvidando que la seguridad en el trabajo había sido esencial en la lucha obrera) y Corcuera reinstauraba leyes franquistas, como la de la detención a dedo y la de la "patada en la puerta". En nombre de todos los hombres que vi morir, en nombre de todas las mujeres que vi llorar y en nombre de todos los niños que vi crecer con una sombra en los ojos, yo no podía callar ante eso. Todos mis personajes hubieran sido falsos. De ese "desencanto" no me arrepiento, y cuando haga falta lo seguiré teniendo.

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