Haber visto en vivo y en directo jugar a Johan Cruyff.
Y a Diego Armando Maradona.
Haber llorado con mi selección y saber que algún día seríamos campeones.
Haver vivido hechos históricos sin saber muy bien qué significaban.
Haber vivido hechos históricos sabiendo perfectamente lo que significaban.
Y haber sido súbdito de quien no se lo merecía.
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