¿Expolio?

Una columna de Ángel de la Fuente en el Periódico de Catalunya.

ERC se ha pasado la campaña electoral calentándonos la cabeza con el expolio fiscal. Según sus cuentas, con "lo que nos roba Madrid" tendríamos de sobra para arreglar todos los problemas de la región e incluso para convertirla en un país de primera.

Esta particular versión del cuento de la lechera presenta algunos problemas.Sobre su optimista conclusión habría mucho que discutir, en parte porue las cifras de déficit fiscal que manejan los nacionalistas están bastante hinchadas y en parte porque habría que valorar con cuidado todas las implicaciones económicas de una hipotética independencia catalana. Pero de esto hablaré otro día. Hoy quiero centrarme en su punto de partida, resumido en la expresión entrecomillada más arriba.

La demagogia nacionalista identifica el déficit fiscal con el robo puro y duro, o al menos con la arbitrariedad de un Estado que nos discrimina. Esta es una tesis muy difícil de defender con datos en la mano. El grueso de los saldos fiscales regionales proviene de la existencia de un sistema impositivo y de protección social común a (casi) toda España. Más de tres cuartas partes del dinero que fluye, en una dirección u otra, entre el Estado y los ciudadanos se distribuye de acuerdo con reglas uniformes para todos en base a criterios de capacidad económica y necesidad.

Si por vivir en Catalunya nos tocase pagar más en el tramo estatal del impuesto de la renta de las personas físicas (IRPF) o percibir una pensión menor que otros españoles en las mismas circunstancias, entonces podríamos hablar de expolio pero no es el caso.

Catalunya tiene un déficit fiscal importante no porque se la discrimine sino porque es una región relativamente rica dentro de un Estado en el que existen los mecanismos habituales de redistribución de la renta. Lo preocupante sería que no lo tuviera, porque esto querría decir que el Estado del bienestar no funciona como debiera. Los nacionalistas tienen derecho a no querer formar parte de este Estado, pero no a equiparar la redistribución con el latrocinio.
PD: Puestos a quejarnos, hay algo más que rascar en materia de financiación e inversiones públicas, pero tampoco tanto. Sobre esto también volveré otro día.