El auge de los nacionalismos europeos y la enorme facilidad para conseguir un poder regional a base de implantar una política de los sentimientos. Una política que incluye la exaltación mítica de una comunidad y la imprescindible paranoia sobre el vecino o el enemigo interno. Con eso y poca cosa más se monta un delirio étnico. Si la religión es disitinta, entonces ya es cosa de niños organizar la batalla. Diarios de un francotirador, ALBERT BOADELLA






