Detecto jirones de niebla al fondo del desfiladero de la memoria. Debe ser a causa de las emanaciones de opio que se levantan desde la Plaza Real. Piedras húmedas, antiquísimas, horadadas por callejones. En invierno, el reflejo del cielo gris uniforma orines y humedad, y las manchas en las piedras relucen, se ennoblecen. Entras, entonces, en el Glaciar o el Sidecar y te acoge un calor confortable de novela burguesa, de bohemios en paro. En primavera llega hasta allí el verde de las palmeras y el delicioso eco de la putrefacción del puerto. En septiembre, la lluvia convierte las baldosas del suelo en espejos oscuros, y en el reflejo de las farolas de hierro el muecín hace una llamada a la oración que solo puede oírse en el mundo sin aire de cerebro. Innecesario decir que me gustan mucho los barrios viejos.
martes, 19 de mayo de 2009
Corre, Rocker. (19)
Detecto jirones de niebla al fondo del desfiladero de la memoria. Debe ser a causa de las emanaciones de opio que se levantan desde la Plaza Real. Piedras húmedas, antiquísimas, horadadas por callejones. En invierno, el reflejo del cielo gris uniforma orines y humedad, y las manchas en las piedras relucen, se ennoblecen. Entras, entonces, en el Glaciar o el Sidecar y te acoge un calor confortable de novela burguesa, de bohemios en paro. En primavera llega hasta allí el verde de las palmeras y el delicioso eco de la putrefacción del puerto. En septiembre, la lluvia convierte las baldosas del suelo en espejos oscuros, y en el reflejo de las farolas de hierro el muecín hace una llamada a la oración que solo puede oírse en el mundo sin aire de cerebro. Innecesario decir que me gustan mucho los barrios viejos.
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